Padres maltratados: inversión de roles
Estremece conocer la cifra oficial de denuncias de padres y madres hacia sus hijos por ser víctimas de violencia. En los últimos años se sitúa en España cerca de los 4000-5000, teniendo en cuenta que sólo denuncian entre un 10 y un 15% de los padres maltratados.
La violencia filioparental es el tipo de violencia ejercida por los hijos hacia los padres o cuidadores, y que se da de forma reiterada en el tiempo. Este concepto no sólo contempla la violencia física, que suele ser la que más nos impacta por su carácter visible; también incluye la violencia psicológica, caracterizada por el chantaje, la manipulación, la humillación, las amenazas, la intimidación y/o los insultos, y la violencia económica, que va referida a acciones como robar dinero o pertenencias, exigir a los padres la compra de ciertas cosas, generar deudas y vender o destruir objetos.
Se trata de un proceso silencioso y gradual, en el que poco a poco el hijo/a va ganando poder, mientras que la autoridad de los padres se va viendo socavada.
Esto es, una inversión total de los roles familiares.
La integridad física y psicológica de los padres entra en juego.
Unos padres a menudo desgastados y sin fuerzas, inundados de miedo, sufrimiento, angustia, incertidumbre, e incluso culpa o vergüenza.
No es extraño que estos sentimientos les lleven a restringir el contacto con su entorno cercano, manteniendo en secreto el infierno en el que se encuentran o negando o minimizando esta realidad. Recursos que se despliegan en una situación dura y ardua.
Pero aquí no se trata de culpar a nadie.
Los propios jóvenes y adolescentes que ejercen esta violencia también son víctimas, en parte, de la sociedad en la que se encuentran. Una sociedad en la que reina la gratificación inmediata, la baja tolerancia a la frustración, el debilitamiento de los padres a la hora de marcar límites y la presencia cada vez mayor del mundo digital, con sus luces u sombras.
La confianza en los profesionales es la puerta que abre paso al restablecimiento de la normalidad en estas familias.
Es imprescindible pedir ayuda enfocada a un abordaje multidisciplinar, trabajando aspectos tanto individuales como familiares y sociales. Además, en situaciones límite es necesario denunciar por frenar en seco el maltrato.
En la mayoría de casos, una vez recuperados, los jóvenes agradecen que se hayan implementado estas medidas.
—————————————————————-
Podéis encontrar este artículo en el semanario @el3evuit en el que colaboramos mensualmente con nuestra columna -Salut mental i joves-