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Tolerància al malestar

 

Se contempla a este profesional como un ser de luz que da fórmulas mágicas para hacer desaparecer el dolor o el malestar a nivel individual o familiar.

Buscamos la inmediatez en el cambio.

Sin embargo, ajustamos expectativas.

¿No incluye la vida el malestar y la incertidumbre?

¿Qué pasaría si todo fuese rápido y fácil?

La vida incluye problemas, trastornos, pérdidas y épocas oscuras.

Y aunque no nos gusten, forman parte de nuestra realidad.

Lo que está claro es que el malestar no nos agrada; genera sensaciones desagradables y por eso lo rechazamos. Así, por ejemplo, nos encontramos en una sociedad donde enseguida se hace uso de la medicación para echar un leve dolor de cabeza o una mínima angustia. Donde el principal objetivo de muchos padres y madres es que sus hijos no se topen con ningún tipo de sufrimiento ni obstáculo; que se mantengan dentro de una burbuja limpia y pulida que fluya en todo momento.

Quieren evitar el malestar de los hijos, y por tanto, su propio malestar.

Pero recordemos que 1 de cada 5 jóvenes sufre problemas de salud mental, y no creo que sea fruto del azar. Las nuevas generaciones han crecido en la llamada sociedad del bienestar, en la que a menudo se han encontrado comodidad y ausencia de límites. En este sentido, les ha faltado práctica para enfrentarse a las adversidades y para potenciar la tolerancia a la frustración, y ahora se resienten. 

Tradicionalmente se ha definido la salud como ausencia de enfermedad.

Más adelante, se asoció la salud con el término bienestar en todas sus vertientes. Desde mi punto de vista, diría que la salud, especialmente la salud mental, tiene que ver con el grado de tolerancia al malestar, con la capacidad de resiliencia. Con sostener el malestar mientras trabajamos para acercarnos a lo que nos hace bien.

Tiene que ver con fortaleza emocional.

Parte de lo que se aprende en terapia es que el sufrimiento es inherente a la vida.

Quizá el problema no sea el malestar en sí, sino la lucha incansable contra él. El problema reside en el uso de la evitación como forma de gestionar ese malestar. Así pues, dejamos que los jóvenes se encuentren piedras en el camino, que practiquen hacer frente a las adversidades.  No permitimos que nos arrastre el impulso de sacarles la piedra de enfrente.

Facilitemos que se conviertan en fuertes emocionales.

 


Texto del post extraído de nuestra columna mensual en el semanario El3devuit

 

 

 

 

Font Fregona

L’objectiu és aconseguir vèncer l’addicció i reestructurar la seva vida a través de l’aprenentatge de nous patrons de conducta.

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