Jóvenes y salud mental
Hoy en día, las redes sociales son una parte fundamental de la vida diaria de los adolescentes. Estas plataformas les permiten expresarse, socializar y acceder a información, pero también implican riesgos importantes. Uno de los peligros más preocupantes es la influencia que tienen en la creación o mantenimiento de conductas adictivas.
La presión social ya no se vive solo en la escuela o en la calle. Antes, los adolescentes se enfrentaban a la presión del grupo en espacios físicos, pero hoy día esta presión es constante y siempre accesible a través de las pantallas. Los jóvenes están expuestos todo el tiempo a imágenes, vídeos y comentarios que idealizan ciertos estilos de vida, incluido el consumo de sustancias como el alcohol o las drogas. Cuando sus referentes presentan este tipo de comportamientos como normales e incluso necesarios para encajar en un grupo, se crea una falsa percepción de estas conductas.
Los “challenges” o retos virales también pueden desencadenar conductas de riesgo serias. Algunas de estas actividades implican el consumo directo de sustancias como una forma de demostrar valentía o ganar aprobación social. Para un adolescente, en plena búsqueda de identidad y pertenencia, participar en estos retos puede parecer más una necesidad que una elección. El deseo de sentirse integrado puede superar los criterios de seguridad y salud.
Las familias tienen un papel fundamental en este panorama. Para entender los riesgos, es necesario establecer un diálogo abierto y sincero. Es importante hablar sin miedos ni juicios sobre los peligros de estas influencias y ayudar a sus hijos a reconocer la importancia de una autoestima sólida que no dependa de las redes sociales.
Limitar el uso de dispositivos y establecer límites saludables puede ayudar a reducir la presión digital.
Los adolescentes necesitan saber que las redes sociales no reflejan la realidad y que muchas veces lo que vemos en ellas es una imagen distorsionada. Es necesario crear espacios de comunicación donde los jóvenes se sientan escuchados y comprendidos, donde puedan compartir sus preocupaciones sin miedo al juicio. Educarlos sobre los riesgos de las redes sociales y las influencias que pueden tener en su comportamiento es esencial para su bienestar emocional y su salud mental. Cuanto antes actuemos, más eficaces seremos en su protección.