Abordar trastornos de conducta
Cuando abordamos un proceso terapéutico relacionado con trastornos de conducta, nos enfrentamos a la complejidad de cambiar patrones de conducta que han tejido su red durante largo tiempo. Por ello, este proceso no es un camino de rosas ni vamos a encontrar una solución rápida.
Es una travesía ardua y profunda que necesita un tratamiento terapéutico adecuado y a medida para cada joven, dirigido por un equipo profesional.
Tiempo, dedicación y sobre todo paciencia, son valores muy importantes que hay que tener cuenta antes de empezar.
En nuestro proyecto trabajamos desde todas las dimensiones del joven: biológico, psiquiátrico, psicológico y social (modelo biopsicosocial) de forma conjunta: el psiquiátrico, la psicología, y la sociología, para conseguir la conexión necesaria entre el cuerpo y la mente (plano físico, psicológico y espiritual) que es lo que ayudará al verdadero crecimiento personal del joven y a la recuperación integral.
En este artículo, desglosaremos los aspectos clave de este viaje terapéutico y la importancia de cada paso.
La realidad del proceso
Cambiar conductas arraigadas implica enfrentarse a la raíz de estas conductas, a menudo vinculadas con experiencias traumáticas. No es simplemente un proceso de cambiar acciones, sino de explorar y comprender las emociones subyacentes. Es un viaje hacia el autoconocimiento, donde los jóvenes y sus familias se adentran en las capas más profundas de la psique y el comportamiento humano.
Este viaje puede volverse difícil, pero cada desafío que nos encontramos debemos tomarlo como una nueva oportunidad para aprender y crecer. No es un camino recto ni predecible, pero cada curva, cada subida y cada bajada son parte integral del proceso. Es un compromiso constante con la autoexploración y el cambio, una combinación delicada entre la reflexión y la acción.
No hay varitas mágicas
En el terreno de la terapia, no hay atajos ni soluciones rápidas. La transformación requiere tiempo y esfuerzo continuo. Aquí, en nuestro centro, rechazamos la noción de tratamientos exprés o curas milagrosas. En lugar de ello, abogamos por un enfoque holístico que abarque todas las dimensiones del individuo: mental, emocional, física y espiritual.
Es esencial entender que este proceso no tiene una duración fija. Cada persona es única, y su viaje de recuperación seguirá su propio ritmo. La paciencia se convierte en una virtud esencial tanto para los jóvenes como para sus familias. La paciencia no significa esperar pasivamente; significa continuar esforzándose y perseverando incluso cuando los resultados no son inmediatos.
Acompañamiento en todo momento
En nuestro centro, entendemos que cada paso del proceso terapéutico es importante. No solo estamos comprometidos en proporcionar terapias y herramientas efectivas, sino también a brindar un apoyo continuo en cada momento delicado. El equipo profesional está aquí no solo como guía, sino como compañero de viaje, listo para dar soporte en los momentos difíciles y celebrar juntos los triunfos.
La conexión y el apoyo emocional son fundamentales en todo el proceso. Por eso creamos un espacio seguro y compasivo donde los jóvenes se sientan vistos y escuchados. A través de terapias individuales y grupales, fomentamos la expresión emocional y la construcción de relaciones saludables, factores cruciales para el proceso de recuperación.
Reencuentro con la vida
Si bien es cierto que será un camino largo y desafiante, la paciencia y la fortaleza tendrán sus recompensas. Cada pequeño paso hacia el cambio es una victoria. Al final, el reencuentro con la vida real, auténtica y plena será un regalo para todos los involucrados.
En conclusión, estamos aquí para caminar juntos en este viaje. Saber entender la complejidad de este proceso es clave para poder andarlo, crecer y avanzar hacia una vida más plena y significativa.
Cada experiencia, cada lección aprendida, contribuye a la narrativa única de cada joven.
Font Fregona, enero 2024